Atrás han quedado aquellos días
De tantas risas incontenibles.
Atrás esas camas compartidas,
Nidos de pasión irreductibles.
Lejos se encuentra ahora,
Lo que antes fue cercano.
Cerca, en cambio, siento toda
La soledad de mis manos.
Gritaría al mundo lo que sea,
Con tal de volver a verte,
Con tal de que tú me vieras.
Ya es inútil, todo ha terminado.
¡Ah, tarde hablé a los cupidos del amor!
Y ahora mi razón se ha marchado.
¿Y qué si a mi palabra,
Que se anima al sonido,
No le corresponde
Ni tu mirada ni tu voz?
¿Y qué si a este recordar
Tan poblado de suspiros,
Desprovisto del olvido,
No le llega su redención?
Será entonces el precio
Que mi alma merezca,
O tenga que pagar.
Seré entonces, necio,
Recordándote por siempre,
Quien deba callar.
Extraña, si al pasar me cruzas
Y sientes deseos de hablarme
¿Por qué deberías no hacerlo?
¿Por qué debería yo acobardarme?
El olor a departamento viejo,
El calor que sólo siento en casa,
La sorpresa que trae tu cara
Después de una noche lejos.
Los consejos de la vida de calle,
Errores que han sido buscados,
Los teléfonos equivocados,
Las tardes entre mate y mate.
La mancha de rouge en la ropa
De aquella noche de copas,
De un otoño de ayer.
Las historias vividas y contadas
Entre tantas risas pasadas
Por la química de la piel.
Día 1:
Esa insatisfacción e inconformidad con la realidad, y esa incapacidad de cambiar las cosas que nos escapan. A veces siento que Buenos Aires me da toda esta incongruencia de ser un soñador irremediable y un pesimista inconsolable al mismo tiempo. Siempre lo que vuelve al final es esa necesidad de entender y de cambiar. De buscar algo mejor, de reinventar la vida y el amor. De probar cosas nuevas sólo por la sensación de lo desconocido. A veces creo que pienso demasiado. A veces me dicen que pienso demasiado. ¿Qué significará pensar demasiado? ¿Cómo se puede pensar demasiado?
Día 2:
La felicidad intensa de la sorpresa constante. La sorpresa de conocerte, reconocerte y perderte. De sentirte multiplicada y repetida en miles de caras, en miles de cosas, miles de personas. Por momentos en la palabra de un amigo, o en mis palabras, o en las páginas de un libro. En las miradas que cruzo a diario… No sé si existís allá afuera, en la realidad que escapa a mi imaginación. Pero no puedo evitar seguir buscándote, seguir encontrándote. Yo ya no sé si sos vos o soy yo esa persona que intuyo en las poesías que leo o escribo. No todos los momentos sos (soy) melancolía. También la esperanza de un futuro distinto. También sus dudas. Y también, pero muy de vez en cuando, la certeza misma en el centro de mi ser de estar mejor, un poco mejor, que ayer.
Día 3:
Otra ilusión que llega… Bah, la ilusión siempre estuvo acá, pero ahora tiene tus ojos. Ilusión de tener el tiempo de descifrarlos. Ilusión de poder entender aquello que le gritan al mundo y nadie puede escuchar. Otra vez se activa mi máquina de tener miedo. Pero ya estás acá, y creo que te daría todo para que no te vayas. Como siempre, te daría todo… pero, orgulloso, te lo daría tarde. Hay gentes que sólo se dan cuenta de lo que tienen cuando lo han perdido. Hay gentes que necesitan ser salvadas de la soledad y de la compañía de los recuerdos. Valientes corazones que no precisan ver agua para saltar. Saltan y saltarán una y mil veces si es necesario, hasta que alguien los quiera atrapar. Otra ilusión, otro corazón, otro miedo. Otra vez la sorpresa de las emociones que ya son conocidas, pero que siempre parecen nuevas.
La mañana de un sábado sin sol,
La noche de un viernes sin tu voz,
La sucesión de días sin respuesta
Ni un mensaje en el contestador.
El calor que trae otra primavera
Entre ya tanto aburrimiento
Dice que aunque todo esté perdido
Siempre va a pasar el invierno.
Cuesta mucho ver la luz a veces,
En la oscuridad de estos meses
Que no tienen un motor.
Cuesta más no mezclar las cosas,
Entre las mil espinas de rosas
De una esperada traición
